El agua subterránea es un recurso muy útil. 

Si se gestiona de forma adecuada,  proporciona agua limpia y sostenible para el riego y el agua potable.  

Pero existen muchas amenazas para el agua subterránea.  

La contaminación y el cambio climático son las más importantes.  

El cambio climático adopta varias formas.  

Lo típico es que las zonas secas se sequen más y las húmedas se vuelvan más húmedas.  

En el caso del agua subterránea, lo más grave es la falta de precipitaciones.  

Esto es algo que hemos visto en muchas regiones del mundo, donde los períodos  secos se hicieron más largos y extremos en las últimas dos décadas.  

Las lluvias también se vuelven más intensas y extremas.  

Los períodos de sequía prolongados provocarán el descenso del nivel freático.  

Cualquier captación de agua subterránea adicional, para agua potable o riego,  no hará más que acelerar este agotamiento natural.  

Además del problema de sequía, las lluvias también son más extremas,  lo que supone un problema para la recarga del agua subterránea.  

Esto se debe a que, cuando se producen estos eventos extremos,  gran parte del agua sale de la superficie por los arroyos y ríos,  sin tener tiempo de infiltrarse y formar nueva agua subterránea.  

Otras zonas, como Dinamarca, ven un efecto diferente del cambio climático.  

La imagen que vemos aquí es que tenemos más lluvia a lo largo del año.  El efecto inmediato es el incremento del nivel freático.  

En algunas partes de Dinamarca,  el nivel del agua ha subido a menos de 1 m por debajo de la superficie.  

La consecuencia inmediata es que, en caso de lluvia torrencial,  probablemente veremos inundaciones.  

Esto se debe a que la capacidad de reserva del suelo para  retener el agua es muy limitada.  

El último gran efecto del cambio climático es la intrusión de agua salada.  

A medida que el nivel general del mar aumenta,  el agua salada penetrará más en los acuíferos cercanos a la costa  y suplantará los recursos de agua dulce.  

Las consecuencias pueden mitigarse colocando los puntos  de captación de recursos de agua subterránea a mayor profundidad.  

Por otro lado, mucha gente vive en estas zonas cercanas a la costa  y depende de los recursos de agua dulce. 

El cambio climático  está afectando a nuestros recursos de agua subterránea de muchas maneras.  

Se mire como se mire, los procesos están en marcha  y apenas comenzamos a ver todas las consecuencias.  

La contaminación es otra grave amenaza para el agua subterránea.  Se presenta de muchas formas, como las fugas de vertederos no protegidos  o los pesticidas en la agricultura.  

El agua subterránea suele ser bastante antigua, por lo que pueden pasar  varias décadas antes de que veamos la magnitud real de la contaminación.  

En Dinamarca, la edad media del agua subterránea es de unos 50 años, por lo que  es probable que veamos la contaminación que llega a nuestra agua subterránea,  aunque los lugares que contaminaron el agua ya no estén activos.  

Solucionar o mitigar las consecuencias del cambio climático o la contaminación  precisa conocimientos.  

Conocimientos sobre dónde está el agua. ¿El acuífero es grande o pequeño?  ¿Hay agua salada debajo? ¿De dónde procede el agua de recarga?  Y ¿hay alguna fuente contaminante cerca?  

Muchas de estas cuestiones se abordan al diseñar nuevos campos de pozos.  

Intentamos reunir toda la información posible.  Analizamos las capas del subsuelo.  

Identificamos las zonas de recarga para ver si hay fuentes de contaminación.  

Luego, creamos un modelo del caudal de agua y fijamos una tasa de captación sostenible.